navidad en mi casa

Ustedes no le digan a nadie que me me vieron hoy porque mañana tengo un examen y no debería estar aquí. Sólo vine a lanzar unas fotos en el blog y me voy corriendo a mi sofá donde me espera el libro. Este es el calendario de adviento que Marianne y Valeria hicieron para sus abuelos. Mis papás cada día abren una de esas bolsas para sacar su sorpresita:





La idea la vimos en el ejemplar de noviembre de Martha Stewart Living. A mi en estas fechas se me exacerba la Martha Stewart que llevo dentro y, contra todo sentido común, actúo como poseída por el espíritu de una revista. Es una cosa más fuerte que yo que me obliga a hacer disparates anuales. Por ejemplo, estaba tranquila contemplando mi árbol de Navidad...





y de pronto, impulsada por mi MS interior, tuve una idea genial:





Y luego decidí más bien hacer mini-cupcakes, las cositas más coquetas del mundo. Para ello...utilicé la receta de mi amiga Bea que es una diosa de la repostería? No. Probé primero antes de tener invitados? No. En vez de eso, dado lo inteligente y brillante que soy, esperé al día en que venían unos amigos a cenar y saqué la receta de dos revistas de Montreal que tenían un espectacular Red Velvet Bûche de Noël en sus respectivas portadas. El Bûche de Noël o tronco de Navidad es una tradición francesa heredada por Québec y a mi me pareció que adaptar la receta a mini-cupcakes sería juego de niños. Así de optimista soy. Me niego embrutecidamente a reconocer que la pastelería es una ciencia exacta para la que no nací. Los que acostumbramos a lanzar tres hierbas a un pollo y nos queda rico, encontramos que estar hora y media trabajando con tazas y cucharitas de medir, pipetas, tubos de ensayo, cilindros graduados y cápsulas de petri para lograr una masa que al hornearse por un tiempo exacto levante hasta el nivel requerido y conserve el preciso punto de humedad es una pesadilla. Prometo que seguí cada paso con la dedicación de un premio Nobel de química, mientras veía el desfile mental de nombres de todas las maravillosas reposteras que he tenido como alumnas de fotografía. También pensé en mi amiga Mare, que está engordando a su nuevo marido a costa de hacer increíbles pasteles y galletas casi cada noche.  Debo añadir que, además, puse música de Navidad mientras los hacía, que mi horno es nuevo y fantástico, que batí en mi Kitchen Aid,  que estrenaba molde Wilton y papelitos para cupcakes de Ikea. Cien por ciento esmero. Resultado? Unas pelotas chicludas que parecen material para embalar objetos rompibles. Si ustedes se han metido en la boca una cosa de estas, ya saben cómo me quedaron los mini-cupcakes. Misma textura y mismo sabor. Mi papá anunció que pensába comérselos en el café de las mañanas. Padre solo hay uno. Por supuesto que voy a ahorrarle semejante sacrificio echándolos a la basura (temo por la vida de los mapaches) pero antes, haciéndole caso a mi amiga Mayra, una foto de las "cosas" para que quede constancia de que yo traté.





No sé ustedes, pero yo culpo a las revistas, por engañarme y hacerme sufrir.

Menos mal que no alcancé a hacer el frosting de mascarpone porque me lo habría tenido que comer a cucharadas. Y ahora corro a estudiar que me van a estrangular ! Felices horneadas a todas las no-inútiles que leen este blog! ♥ Happy baking niñas!